Roxy “Crossdressing y mi viaje hacia la transición”

Crossdressing y mi viaje hacia la transición

¡Hola a todos! Mi nombre es Roxana (Roxy) y esta es una pequeña contribución de mi parte a esta encantadora página y a sus creadoras, Violett y Laura. Soy una mujer transgénero de 38 años (en el momento de escribir este post) que comenzó su transición hace unos 2 años (Sólo comenzó HRT hace 8 meses).

Hoy quiero compartir un poco de mi historia, específicamente cómo el crossdressing me ayudó en mi viaje de auto-aceptación y definición de mi identidad. Quiero aclarar antes de continuar, que sé que no todas las experiencias son iguales; todos tenemos nuestro viaje en esta vida y todos debemos disfrutarlo y hacer lo que nos haga felices, siempre y cuando no estemos lastimando a nadie.

Recuerdo que desde pequeño siempre tuve fascinación por la ropa de mujer. No sabía exactamente por qué, pero sí sabía que tenía que mantener esa fascinación en secreto (quizás era por la forma de ser de mi padre o quizás era algo religioso, quién sabe) Fui hijo único durante los primeros 8 años de mi vida; mis padres solían dejarme solo en casa después del colegio, ya que eso era lo normal en mi país. Vivíamos con mis padres y una tía con su marido en la misma casa. Pasaba la mayor parte de las tardes viendo dibujos animados y la mayoría de las veces salía con un grupo de amigos de mi barrio. No puedo decir con certeza qué se me pasó por la cabeza la primera vez que decidí rebuscar en los cajones de mi tía en busca de algo que ponerme, la verdad es que no lo recuerdo. La adrenalina que corría por mi cuerpo por miedo a que me pillaran no me dejaba disfrutar demasiado del momento, sólo recuerdo que sentía que quería llevarlas siempre conmigo.

Después de que naciera mi hermano, tuve que pasar más tiempo en casa cuidando de él, así que eso me daba más tiempo para probarme más ropa. Se convirtió en una relación de amor y odio. Me encantaba sentir la ropa sobre mí, pero me sentía muy mal, como si estuviera robándole ropa a mi tía. No sabía por qué lo hacía, solo sentía el impulso de hacerlo cada vez que podía. Cuando iba al colegio, siempre sentía envidia de las chicas y sus uniformes escolares, “¿por qué no puedo ser yo la que lleve ese uniforme?” me decía a mi interior sabiendo que nunca podría decirlo en voz alta. 

Creo que la única parte de mi cuerpo que realmente me gustaba eran mis piernas, y por eso siempre quise poder llevar falda para mostrarlas. Y así crecí llevando este “secreto” conmigo, algo que siempre temía que alguien descubriera, algo que me hacía sentir culpable y avergonzada…”. Hoy quiero compartir un poco de mi historia, específicamente cómo el crossdressing me ayudó en mi viaje de auto-aceptación y definición de mi identidad. Quiero aclarar antes de continuar, que sé que no todas las experiencias son iguales; todos tenemos nuestro viaje en esta vida y todos debemos disfrutarlo y hacer lo que nos haga felices, siempre y cuando no estemos lastimando a nadie.

No era algo que hiciera todos los días, pero siempre me rondaba por la cabeza. Siempre miraba a chicas al azar o a mis amigas y me preguntaba cómo me vería con esa ropa. Como adolescente, cuando el cuerpo empieza a mostrar más cambios en mi aspecto físico, la sensación era un poco diferente.

Seguía probándome ropa que podía coger de cualquier sitio (me avergüenza admitir que robé algunas prendas de ropa de algunas de mis parientes femeninas), pero ahora no me gustaba lo que veía en el espejo cuando me probaba alguna prenda; ahora había partes de mi cuerpo que no coincidían con las del cuerpo femenino y así empecé a resentirme más por el hecho de no haber nacido niña.

Este sentimiento me acompañó hasta bien entrada la edad adulta y, aunque no me impidió comprar ropa y zapatos una vez que empecé a trabajar, sólo disfrutaba de la experiencia de conseguir ropa nueva, pero una vez que me la probaba, volvía el sentimiento de fracaso, de no verme bien con la ropa que acababa de comprar. A veces guardaba la ropa durante mucho tiempo con la esperanza de que algún día me sintiera diferente con mi cuerpo, pero siempre acababa tirándolo todo a la basura. Enfadada porque ya no podía disfrutar de la sensación de llevar esa ropa, enfadada porque mi cuerpo no encajaba bien en la ropa, enfadada porque tenía ese secreto sobre mí que nadie más podía conocer, simplemente enfadada.

Creo que por aquel entonces no conocía la palabra “trans”, pero sí la palabra “crossdressing”, con toda la mala connotación que tiene. Así que me consideré crossdressing durante algún tiempo, se puede llamar así a mi aceptación de ese periodo de mi vida. Una vez que vi que la ropa no iba a ser suficiente para poder disfrutar ante el espejo, empecé a mirar de conseguir una peluca y maquillarme para intentar aplicármela. Crecí en los 90, pero mi primera edad adulta y el periodo en el que tuve suficiente dinero para comprarme mis propias cosas fueron los 2000, así que tenía acceso a Internet y las tiendas online eran cada vez más comunes, así que pude encargar algunas cosas online y así fue como conseguí mi primera peluca; era una peluca muy barata para disfraces, pero para mí era mejor que nada. Pero, de nuevo, me la probé y no me gustó.

También me compré un pintalabios porque pensé que era el único maquillaje fácil de aplicar, pero ¡qué equivocada estaba! Intento tras intento, seguí fracasando en mi intento de tener el aspecto que quería, pero en realidad nunca paré (pararé durante algún tiempo, pero siempre volveré a lo mismo).
Mencioné antes, que tenía acceso a internet y te preguntarás si intenté hablar con otras personas como yo, y la respuesta es no, no lo intenté. No sabia como empezar a compartir mi secreto con otras personas, siempre tuve miedo, aun sabiendo que la web me daria anonimato, todavia no estaba lista para compartirlo. Así pasó la vida, y tuve que dejar mi país y venir a vivir a España.

Mi primer año aquí fue para mí acostumbrarme y encontrar un trabajo, etc. Así que no me centré demasiado en mi otra “afición” que tenía, aunque no se me diera muy bien, pero sabía que en Madrid había una gran comunidad LGBTQ+, así que pensé que debía haber gente como yo o lugares donde poder reunirnos o hacer algo. Empecé a buscar en Internet y encontré un sitio donde, por una tarifa, te maquillan. Decidí ir y fue la primera vez que pude verme realmente en el espejo, fue la primera vez desde que era niña que la ropa me sentaba muy bien y no quería quitármela. A partir de ahí, empecé a conocer a otros crossdressing y, para mi sorpresa, ¡eran muy buena gente! Me hice amigo de algunos de ellos y compartí mi experiencia (o un poco de ella) con ellos y ellos compartieron sus experiencias conmigo. 

Por fin pude disfrutar plenamente del crossdressing. Ahora es cuando mi viaje toma un camino diferente al de muchas otras personas que se travisten. Mientras me maquillaba, me ponía mis faldas y vestidos favoritos, salía, la gente me trataba como a una chica, me di cuenta de que lo que sentía y lo que necesitaba era diferente. Siempre negué mi propia identidad porque sentía que mi cuerpo no era el adecuado, y por eso siempre pensé que la única forma de ser realmente una chica, era muriendo y volviendo a nacer. Pero estaba equivocada, y gracias al crossdressing me di cuenta de que podía sentirme y vivir como la mujer que se suponía que debía ser todo este tiempo. Gracias al crossdressing, tuve el valor de salir en público y mostrarme a otras personas en Internet. Gracias al crossdressing, pude sentir una aceptación de mí misma que no había sentido en toda mi vida. Gracias al crossdressing, sentí que ya no necesitaba morir para hacer realidad mi sueño.

El crossdressing me ayudó a combatir la disforia que he sentido durante tanto tiempo, me hizo sonreír en lugar de llorar cuando me miraba al espejo. Me hizo conocer a gente preciosa que no habría conocido si no lo hubiera probado. Hay un debate sobre lo que hace que una mujer sea una mujer, y sé que no es sólo la ropa y el maquillaje, pero seguro que ayudan mucho a que nos sintamos guapas y bien con nosotras mismas. Nos ayudan a expresar nuestra belleza de formas que no podemos expresar de ninguna otra manera.


Si has llegado hasta el final, sólo quiero decir que, aunque cuando era más joven no quería buscar en Internet a otras personas que pudieran sentirse igual que yo, ojalá hubiera pensado de otra manera porque he conocido a gente realmente guapa en la comunidad, así que, por favor, no te sientas nunca sola en tu viaje y, aunque también he dicho que en algunos momentos no me sentía bien con mi aspecto, ¡todos tenemos que sentirnos bien como queramos! Mi experiencia no tiene por qué ser exactamente igual a la tuya. No tengas miedo de comprarte ese vestido, ese par de zapatos o esa lencería sexy. Estoy segura de que lo disfrutarás, ¡disfruta del crossdressing tanto como quieras ya que no estás haciendo nada malo!

Share the Post:

Related Posts

Scroll al inicio